Décimo grado
Contenido: Discernimiento Ignaciano
Responde:
-
¿Qué entiende usted por discernimiento?
-
¿A qué nos lleva el discernimiento?
a.
Desarrollo:
-
Leerán en conjunto con el maestro la ficha de contenido “ El discernimiento
ignaciano”
El Discernimiento Ignaciano
Para
San Ignacio, el discernimiento de espíritus es un proceso cuyo fin es elegir,
en oración, entre caminos buenos, solamente lo que más conduce al servicio y
alabanza de nuestro Señor, y a nuestra salvación. El discernimiento supone el
Principio y Fundamento ignaciano, la indiferencia frente a la vida larga o vida
corta, honor o deshonor. Se discierne los espíritus sin cargar la
balanza.
El
principio y fundamento según San Ignacio es alabar,
hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar su
ánima; y las otras cosas sobre la haz de la tierra son creadas para el hombre y
para que le ayuden en la prosecución del fin para que es creado. De donde se sigue
que el hombre tanto ha de usar de ellas, cuanto le ayuden para su fin, y tanto
debe quitarse de ellas, cuanto para ello le impiden.
Si
bien esta es la “razón de ser” de todas las criaturas, cada uno posee un
principio y fundamento personal, una misión a la cual cada uno a sido llamado y
que sólo uno puede llevar a buen término. El discernimiento que se da en una
primera aproximación a los ejercicios espirituales de San Ignacio nos ayuda a
ponerle “cuerpo” a esta misión personal, a definir que es para nosotros alabar, hacer reverencia y servir.
Características del discernimiento ignaciano
1. Buscar y hallar la voluntad de
Dios sobre mi vida. No
lo más perfecto objetivamente, sino lo que Dios quiere de mí.
2. Ensanchar el corazón hacia las dimensiones del universo, pero aterrizando
en lo concreto para no perderme en vaguedades o en ideales irrealizables.
3. Conocer mi realidad lo mejor
posible, examinándome periódicamente,
tanto en lo positivo para darle las gracias a Dios, como en lo negativo para
superarlo con su ayuda.
4. Discernir, a la luz de la oración y de la razón iluminada por
la fe, cómo puedo mejorar mi realidad para hacerla más acorde con el Evangelio
de Jesucristo.
5. Encontrar a Dios en todo lo creado, siendo contemplativo en la acción, unido a
Él en todo lo que hago.
Esta espiritualidad brota de la experiencia mística de
Ignacio de Loyola, cuya fuente son los Ejercicios Espirituales.
Existen tres
distintos “Tiempos” o Situaciones para hacer decisiones. (Spiritual Exercises, [175])
Ignacio observa que cuando hacemos decisiones importantes tendemos a encontrarnos en uno de tres situaciones básicas. Tendemos o (1) a sentir claridad interno o seguridad sobre lo que vamos a hacer, o (2) sentir un conflicto interno sobre lo que vamos a hacer, sintiéndose jalado en diferentes direcciones (por ejemplo, sentir atraído a ambos estados: la vida religiosa y tener una familia), o (3) no pasa casi nada en mi interior y no tenemos idea.
Ignacio observa que cuando hacemos decisiones importantes tendemos a encontrarnos en uno de tres situaciones básicas. Tendemos o (1) a sentir claridad interno o seguridad sobre lo que vamos a hacer, o (2) sentir un conflicto interno sobre lo que vamos a hacer, sintiéndose jalado en diferentes direcciones (por ejemplo, sentir atraído a ambos estados: la vida religiosa y tener una familia), o (3) no pasa casi nada en mi interior y no tenemos idea.
Al
principio de los Ejercicios Espirituales, Ignacio presenta siete actitudes
básicas o cualidades que una persona tiene que tener como requisito para entrar
a un proceso autentico de discernimiento buscando la voluntad de Dios. Son como
sigue:
1.
Apertura: Tenemos
que confrontar la decisión de hacer con una Mente abierto y un Corazón abierto.
No podremos encontrar la voluntad de Dios para nosotros si entramos en el
proceso de hacer decisiones con un resultado preconcebido basado en nuestra
propia voluntad, prejuicios y lo que Ignacio llama “apegos”, es decir, una
actitud de “¡Ya he decidido, así que no me confunde con los hechos!” Un ejemplo
podría ser: “Iré a cualquiera universidad con tal que esté no más que un día de
viaje de la casa de mis padres.”
2.
Generosidad: Para
entrar en el proceso de discernimiento con una apertura así requiere un
espíritu generoso con el cual con un corazón grande no ponemos condiciones a lo
que Dios nos llame. Esto es como dar a Dios un cheque en blanco permitiendo a
Dios llenar la cantidad y contenido en el cheque. Solo una persona generosa
haría esto.
3.
Coraje: Tanta
apertura y generosidad requiere coraje, porque Dios a lo mejor pida algo
difícil, un reto, o algo peligroso para nosotros. Uno necesita coraje para
dejar el control y poner la decisión en las manos de Dios con toda confianza
buscando la voluntad de Dios sobre la nuestra. No hay forma de saber a dónde
Dios nos llame—quizás a ser hermana o hermano religioso, un sacerdote, un
ministro laico trabajando por la Iglesia, un misionero laico o el padre/madre
de una familia grande. Ser tan abierto y generoso implica tener coraje.
4.
Libertad interior: Hacer una decisión generosa con valor en oración tal requiere
libertad interior. Ignacio describe tres tipos de personas y sus diferentes
formas de abordar la decisión. (Ejercicios Espirituales, [149-155]:
a. El
primer tipo es “todo hablar y nada de acción.” Este tipo de persona está llena
de intenciones sin embargo se queda tan distraído por sus actividades en tantas
cosas inconsecuentes que nunca llega a la única cosa necesaria: La voluntad de
Dios para ella. No decidir llega a ser su decisión. Por ejemplo, he
experimentado personas “discerniendo” una posible vocación a la vida religiosa
o sacerdocio durante un tiempo tan largo sin llegar jamás a una decisión que
pasen la edad límite para entrar.
b. El
Segundo tipo de persona hace todo menos la cosa más necesaria. Esta gente
puedan hacer todo tipo de cosas buenas en sus vidas sin embargo no confrontan
el asunto central de que Dios les está llamando. Ponen condiciones dentro de
las cuales Dios puede llamarles. Harán cosas buenas con tal que no se pida demasiado
de ellos—especialmente pedir un compromiso total que implicaría ajustar sus
prioridades a lo que Dios pida de ellos y así poner la voluntad de Dios en
primer lugar en sus vidas. Un ejemplo podría ser: “Entraré en cualquiera
carrera con tal que me sostiene en una clase de vida de alta media.” ¡Este
excluiría un montón de opciones a las cuales Dios podría llamarnos!
c. El tercer tipo de persona es la única que está verdaderamente libre. Su deseo entero y más profundo es hacer lo que sea que Dios quiera para ella sin condiciones algunas. Este es la actitud necesaria para encontrar auténticamente y seguir la voluntad de Dios.
c. El tercer tipo de persona es la única que está verdaderamente libre. Su deseo entero y más profundo es hacer lo que sea que Dios quiera para ella sin condiciones algunas. Este es la actitud necesaria para encontrar auténticamente y seguir la voluntad de Dios.
5. Un
hábito de reflexionar en oración sobre su experiencia: ¿Cómo podemos oír la llamada de
Dios si no lo escuchamos? ¿Cómo podemos escuchar si no oramos? Para hacer una
decisión orando, tenemos que orar primero, apartando un tiempo significante
(veinte minutos o más) diariamente para tranquilizarnos, ponernos en la
presencia de Dios, y escuchar lo que Dios nos dice en el interior de nuestros
corazones.
El “Examen”: Un método clave de orar que Ignacio recomienda para ayudarnos con esto se llama “El Examen de Conciencia” o simplemente el “Examen.”
El “Examen”: Un método clave de orar que Ignacio recomienda para ayudarnos con esto se llama “El Examen de Conciencia” o simplemente el “Examen.”
—
Empezamos el Examen dando cuenta de la Presencia de Dios con nosotros y
pidiendo la Dirección del Espíritu Santo en nuestra reflexión sobre nuestro
día..
6. Tener
las nuestras prioridades en orden: Hay una lógica inflexible en la
espiritualidad ignaciana. Si servir a Dios, nuestro Creador y Señor, es el
último fin de nuestras vidas, entonces todo lo demás en nuestras vidas ha de
estar subordinado a ser un medio hacia ese fin. Esto significa que cosas como
oportunidades, experiencias y relaciones estén valorados y elegidos solo en
cuanto contribuyan al fin último de nuestras vidas y rechazados en cuanto nos
desvían de ese fin. “Lo que queremos más que nada es la habilidad de responder
libremente a Dios y todos los demás amores de gente, lugares, y cosas se
mantienen en su propia prospectivo con la luz y fuerza de la gracia de Dios.
(Ejercicios Espirituales, [16, 169,23]). Por ejemplo, estados de vida como
matrimonio, la vida de soltero, la vida religiosa o el sacerdocio son medios
para servir a Dios. Luego, si el servicio de Dios es primero, tenemos que
elegir el estado de vida que sea la mejor forma de servir a Dios.
7. No
confundir fines con medios: Ignacio comenta: “Llega a ser obvio tan fácil
es para mí olvidar una verdad tan simple como es el fin y la meta de toda mi
existencia cuando considero la forma de hacer decisiones. Mucha gente, por ejemplo,
elige matrimonio, que es un medio. Luego considera solo en segundo lugar el
servicio y la alabanza de Dios nuestro Señor en su matrimonio, aunque seguir a
Dios en mi vida es siempre nuestro proyecto humano. Mucha gente eligen primero
ganar mucho dinero o tener éxito y solo después la forma de servir a Dios con
ello. Y así también en su búsqueda de poder, popularidad, etc. Toda esa gente
manifiesta una actitud de poner Dios en el segundo lugar y quieren que Dios
entre en sus vidas solo después de acomodar sus propios apegos desordenados. En
otras palabras, ellos confunden o mesclan el orden de un fin y un medio a ese
fin. Lo que deben buscar primero y sobre todo, frecuentemente lo ponen al
final.” (Ejercicios Espirituales, [169].
Un
ejemplo de confundir los fines con los medios es una persona quien elige
primero ganar mucho dinero y tener éxito y solo después buscar como servir a
Dios con lo ganado (tal como donaciones de caridad o voluntariado). Ese persona
efectivamente pone Dios en segundo lugar, queriendo que Dios entre en sus vidas
solo después de elegir lo ella quiere. Ella confunde el orden de un “fin” con
un “medio hacia aquella fin”, y no pone lo que es primero en primer lugar.
Con la
posesión de estas siete actitudes de apertura, generosidad, libertad interior,
la experiencia de reflejar orando, orden en sus prioridades, y no confundir los
fines con los medios, la persona en discernimiento tiene su disco del satélite
dirigido en la dirección correcta para recibir las señales de Dios. Tener estas
cualidades es la precondición para oír la llamada de Dios por medio de un
proceso auténtico de discernimiento.
¿Cómo se cuando estoy en
consolación o desolación?
Como ya hemos dicho anteriormente hay ciertos “signos
exteriores” que nos ayudan a discernir en que estado estamos.
Cuando estamos en estado de desolación nos sentimos
con desconfianza, falta de amor, predilección por las cosas secretas, tristeza,
tibieza en mi accionar no jugármelas por entero.
En estado de consolación nos
vemos con alegría interior, amor a Dios y a los hermanos, aumenta nuestra fe,
experimentamos tranquilidad y paz.
-
Definir por contexto los siguientes términos:
·
Discernimiento - Misión
·
Reverencia - Dimensión
·
Vaguedades -
Libre albedrío
·
Razón de ser
-
Completa el cuadro con los aspectos que se destacan
cuando nuestro espíritu se encuentra en estado de consolación o en estado de
desolación y ejemplifique.
Consolación
|
Desolación
|
Ejemplo
|
-
Completa el esquema con lo que se te indique.
-
Reflexiona
y responde.
ü ¿Cuál es
el principio y fundamento que usted tiene en su vida? Argumente.
ü ¿En qué
tiempo del discernimiento cree usted que se encuentra en este momento?
Justifique.
ü ¿Cuál de
las actitudes que se deben practica en el discernimiento a puesto en práctica
en su vida? Justifique.
·
¿Cree usted que es importante el discernimiento
ignaciano para la vida del ser humano?
·
¿En qué ayuda el discernimiento a la persona?